¿Qué tan lejos puede llegar el Sol de un amanecer, si tan sólo con el flujo de tu ignorancia puedes corromper la distinta y resplandeciente idea de vivir?

La tempestad amenaza con desmantelar tu vida y las hienas hambrientas yacen a la espera, porque tu decadencia las mantiene con vida, pero siempre el destino te sonríe y te guiña el ojo.

Asomo mi presencia a la ventana semiabierta y ahí estás, cargando la estupidez e indiferencia que llevas como estandarte. Una risa burlona en tu feo rostro; y a pesar que en la sociedad solo encuentras odio y repugnancia sigues retroalimentandote con ella.

Ahí estás… Tan cerca… Repleto de todo eso que uno no puede conseguir por sus medios, y los desaprovechas; escupiendo al sistema, a la dignidad y a la razón… y hasta al mismísimo Dios.

Salgo a la calle sin saber en busca de qué, me dirijo en dirección hacia vos. Nuestras miradas se cruzan como dos cordones que hacen nacer un nudo. Inmediatamente puedo escuchar a su cerebro trabajando para encontrar el modo de sumergirme en una ciénaga de ofensa, burla y dolor. Pero con cuidado de no demostrar enemistad, con el simple objetivo de lograr poner un grano de arena de tu lado; y así superarte. Escupes veneno y sigues tu rutina.

La cólera me domina. Mis piernas pierden coordinación, mi garganta se seca, pues una sed de rencor ha llenado mis pulmones. Mi rostro se enrojece y mi mirada se torna oscura, pero nada puedo ya hacer. Esto es parte de su juego donde sólo hay un ganador, y el perdedor siempre soy yo.

Mis pies se detienen, una lágrima cae de mis ojos creando un cráter en el asfalto, mi piel se eriza dejando atrás todo un camino construido con cuidadoso esfuerzo, mis sentidos cesan, todo se torna negro y mis dedos acarician el mango del puñal que descansa en mi bolsillo.

¡Es una locura! Me dije. Terminaré tras las rejas dejando mi universo atrás, alejado de todas aquellas personas que un día amé, expuesto a las lenguas de todo el lugar. Mi vida terminará.

Y la suya también.

FIN