
Raúl es lo que se considera un “buen tipo”. Él es plomero a domicilio, pero repetidas veces sus clientes abusan de su simpatía y buena fé. Principalmente con dinero.
Un día él se cansó y se enfureció mucho, tal vez nunca antes había estado así. Decidió vengarse de la humanidad por haber siempre atropellado su amor y buenos tratos.
Él siguió con sus trabajos de plomería, pero cada vez que instalaba un bidet encaró un nuevo pequeño cambio en su labor. Empezó a colocar el agua fría en la llave de color rojo, y el agua caliente en la de color celeste.
De esta manera las personas corrientes, cuando iban a lavar su trasero, siempre comenzaban el lavado abriendo el agua caliente y ésta de súbito alcanzaba mil grados centígrados, quemando lo más profundo de sus anos. Las personas gritaban, y como si fuera un sexto sentido, Raúl lograba gozar de la satisfacción de que alguien había recibido su merecido por andar chantajeando gente.
Raúl el plomero era simplemente un héroe anónimo.
FIN